sábado, 30 de junio de 2012

Reflexiones sobre la paternidad (V)

Hace unos días, tuve el gusto de recibir, en su Camagüey natal, a Jesús David Curbelo, poeta y amigo. En una conferencia que pronunció sobre un tema literario me llamó la atención su afirmación de que las quejas poéticas siempre son contra el Padre, o sea contra Dios. Este poema que les entrego hoy me hace confirmar su inspiración. Este es un poema sobre el exilio físico de la tierra a la que pertenecemos y del paraíso al que queremos pertenecer, esa nostalgia primera cabe toda en estos versos.

 

Osvaldo Gallardo

 

 

Certeza de soledad

 

Para Ibis y Any que siempre vuelven

 

Solo soy yo cuando estoy solo

MIGUEL HERNÁNDEZ

Cuando la soledad es el camino

se tuerce el equilibrio.

Pero la soledad también padece del amor:

que lo digan los olivos de Getsemaní.

Yo que padezco el amor en mi camino

siempre he estado solo.

Esperé el día de la venida de mi hijo,

alguien habló a mi diestra,

pero mi hijo nació y yo estaba solo.

Solo, como Abraham, con el puñal de obsidiana:

Yo, testigo mudo,

recibí a mi hijo

como quien revela el destino de su error.

Ese día acudí a la muerte de la eternidad

para mi hijo.

Mi hijo murió para el silencio

y dejó de ser el plan eterno

en el regazo de Dios,

y en la alegría de mi sueño.

Mi hijo nació y estaba solo.

Mi hijo fue verdad y estuve solo.

Ese día supe que debía escapar

y la certeza confirmó la irrevocable soledad.

Debía escapar de mí y de los otros.

Escapar, siempre escapar,

de la certeza de ser solo.

Estuve frente al ara en el día de mis bodas.

Estuve solo frente a la indisoluble soledad.

En la luz y en la sombra de mi amor,

en la salud o enfermedad del compromiso,

estaré solo.

En la vida y en la muerte de mi amigo,

en la enfermedad de mi hermana y de mi padre,

aun en el abrazo y el llanto de mi madre,

he estado solo.

He estado solo en la felicidad y en el dolor,

en la despedida y el recibimiento.

Al marcharse la familia

sentí la soledad más recia.

Pero nunca fui más solo

que en la baldía certeza del regreso.

Abrazar al que vuelve

es saber que hay maneras de morir,

aun más absurdas

que el homicidio o el accidente.

La tragedia es morir y no ser muerto.

La tragedia es ser solo y no saberlo.

Nunca fui más solo

que inmerso en el tumulto,

en la elección de la verdad o la mentira,

en la renuncia del silencio.

Nunca fui más solo

que ante el designio de tu voz

y de tus ecos.

Cuando elegí,

si comprendí o participé,

estuve solo

En el juicio estaré solo.

He de responder por mi dolor,

mi felicidad o mi compromiso.

He de responder por mí

y por los otros,

a los que también dejaste en soledad.

 

Tú,

que eres la soledad,

has de saberlo:

Nací solo

y solo he de morir.

Solo

en mi soledad

he de salvarme.

 

(Tomado de Diálogo sin luz, Ácana, 2009)

 

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