sábado, 30 de junio de 2012

Philip Roth

Un Príncipe sin corona

 

      Philip Roth acaba de ser condecorado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, reconocimiento de altura mundial que desde 1981 otorga la Fundación Príncipe de Asturias a personalidades destacadas de las ciencias, las artes, el deporte y otras esferas. Al conocer la noticia, recordé la polémica desatada tiempo atrás a partir de las declaraciones de Horace Engdahl, secretario de la Academia Sueca, institución a cargo del Nobel de literatura: “Estados Unidos es demasiado insular, está demasiado aislado. No traducen lo suficiente y no participan en el gran diálogo de la literatura. Ese tipo de ignorancia les limita. Son demasiado sensibles a las modas de su propia cultura de masas". Con esto dejaba caer una bomba de exterminio en masa sobre la cuadrilla de cowboys que cabalga año tras año en busca del sexto Nobel para las letras norteamericanas, encabezada, entre otros, por Don DeLillo, Jhon Updike, Thomas Pynchon, Carol Joyce Oates y Philip Roth, el peso pesado, la esperanza blanca de Nueva Jersey (recuerden que el último Nobel de ese país fue la escritora afroamericana Tony Morrison, 1993).

      Las repuestas a tanta falta de cordura no se hicieron esperar, y no solo del norte. Nadie entendía bien qué tenían que ver las gestiones empresariales del circuito editorial con la obra personal de un autor. Luego Engdahl trató de arreglarlo, pero ya era tarde. Había dejado claro que no le agradaban los principios estéticos de los escritores vivos estadounidenses. No voy a comparar épocas, libros ni autores, sería caer en la misma trampa, solo sé que esta generación a sabido llevar con dignidad sobre sus hombros el gran peso de dar continuidad a una tradición sólida, de narradores importantes e influyentes a nivel global, algo nada fácil tratándose de literatura. Sabemos de las veleidades de la Academia, de cómo lo extraliterario puede influirla. En el ámbito latinoamericano pasó con Borges hasta el final y no se lo dieron, y Vargas Llosa tuvo que esperar demasiado. La historia demuestra que estos suecos no se dejan presionar ni impresionar muy fácil. El Príncipe de Asturias tiene su prestigio ganado, sobre todo desde que amplió su horizonte más allá de España, y entre sus elegidos cuentan ya con dos o tres Nobel, incluyendo a uno de los últimos, la escritora inglesa Doris Lessing, por lo que no son pocos los que lo consideran un paso importante camino a Estocolmo. Este año 2012, seguramente Philip Roth estará otra vez entre lo eternos nominados. Veremos entonces si a la Señora Sueca le gustan de verdad los Príncipes.      

 

Obdulio Fenelo

 

 

 

 

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